8 de julio de 2010

Claroscuro














En el horizonte laberíntico
asoma la sombra
de un dios de escayola

sus labios ambiguos
delirios y cáliz de bruma, arrojan
sierpe, devorador de almas
cuan dulce es el llanto
que por ti los albores derraman
en la guerra de camaleones
cuatro manos danzan
al asecho de tu cuerpo enmarañado
y tú, como si nada
quien le huye a la derrota
emboscando sendas,
y siembra en medio de dos piernas
flores muertas

ahí llega la diosa mediocre
uniendo en sus entrañas
la corona rota
con sol negro dibujando
estrellas de carbón
sobre sus manos de loza
su rostro de Medusa
después de la función
en una caja emboza.




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